Confirmada la intención de William Walker de invadir Costa Rica, según las noticias que desde Washington D.C reportaba el embajador Luis Molina al presidente Juan Rafael Mora, éste convocó, el 25 de febrero de 1856, a una sesión extraordinaria del Congreso de la República, ante el cual expuso el peligro que significaba la amenaza filibustera para la integridad del país, por lo que solicitó la autorización de llevar la guerra a Nicaragua. Meses antes de la partida del Ejército Expedicionario de Costa Rica hacia Nicaragua, el presidente Mora había nombrado al general salvadoreño José María Cañas Escalante, cuñado suyo, como gobernador de la provincia de Moravia (actual Guanacaste), con el objetivo de que Cañas formase los regimientos de la tropas guanacastecas.
La declaración de la guerra (formalmente oficializada el 1 de marzo) terminó por abrir una importante brecha existente entre dos bandos de la oligarquía cafetalera, la élite que dominaba al país. Cuando Mora fue elegido presidente en 1853, su victoria había traído malestar entre sus opositores, dirigidos por la influyente y poderosa familia Montealegre. Esto generó problemas políticos, económicos e incluso personales entre los miembros de las familias dominantes del país. Mientras que los Tinoco, Iglesias y Aguilar se afiliaron al bando Montealegre, los Mora, Cañas, Oreamuno y Escalante decidieron apoyar al presidente.Los "moristas" respaldaban la guerra como la única alternativa para expulsar a los invasores norteamericanos de Centroamérica, pues creían que se tenía que ir un paso adelante que el enemigo, sin esperar a que éste se fortaleciera y pudiera tomar el país, mientras que los opositores consideraban que Costa Rica no estaba preparada para llevar a cabo una campaña militar en el exterior, por lo que proponían que el país negociara con Nicaragua o se esperara a ser atacados y entonces defenderse